El equipo de Carlos Tevez fue pura garra y corazón. Se quedó con el derby gracias a un gol de cabeza en el primer tiempo del pibe Alejo Véliz. 
Rosario Central se quedó con el clásico rosarino y la victoria tiene un sabor especial: se tomó revancha de la caída en el duelo de la pasada Copa de la Liga, bajó a Newell’s de la punta del campeonato y le sacó un invicto de ocho partidos.
El equipo de Carlos Tevez, con más garra que buen juego, logró la ventaja en el primer tiempo con un gol de Alejo Véliz y después defendió el resultado con uñas y dientes para abrazar un triunfo que vale oro. Fue 1-0 para los canallas en el Gigante de Arroyito.
La apuesta fue la de siempre, intentando avanzar por las bandas, sin entretener demasiado la pelota, con la rapidez de Ramiro Sordo y Francisco González, esta vez en un rol diferente, más retrasado como lateral-volante pero con libertad para encarar.
La más clara estuvo, justamente, en el pie derecho de su capitán, cuando Sordo desbordó por izquierda a pura velocidad, mandó el centro, Juan Manuel García no llegó a empujarla y la bocha le quedó servida al mediocampista para definir, pero su remate se estrelló en el palo izquierdo de Gaspar Servio.
Central se sintió cómodo con la ventaja y sin la necesidad de tener que atacar quedó preparado para contragolpear e intentar liquidarlo. Así tuvo al menos un par de situaciones en el complemento, pero no estuvo del todo fino en la definición y en otras, como en un tiro de Véliz dentro del área, Herrera respondió bien y mantuvo a su equipo en partido.
Sanguinetti mandó a la cancha a varios jugadores ofensivos, como Genaro Rossi, Juan Garro y Nazareno Funez. La Lepra fue a la carga, con pocas ideas, en busca de un empate que, a esa altura, veía posible. Porque el Canalla no consiguió bajarle la persiana al juego.
Y así tuvo dos chances muy claras para empatar. Primero, Willer Ditta -que pudo haber sido expulsado antes por una dura falta- se lo perdió entrando por el segundo palo en una pelota detenida. Y en la última jugada del partido, cuando todo el estadio esperaba el pitazo final de Fernando Espinoza, los corazones auriazules se pararon: la pelota le quedó al pibe Funez en el área y definió de media vuelta, pero su remate se fue por arriba. Ni el tiro del final le salió a Newell’s.