Las semillas de lino son un superalimento y ganaron popularidad en los últimos años. Tanto lo primero como lo segundo se lo deben a sus beneficios para la salud: se demostró que son ricas en ácidos grasos Omega-3, fibra y lignanos, por lo que son el complemento perfecto a una dieta equilibrada.
Sin embargo, cocinarlas de una forma adecuada es crucial para aprovechar al máximo sus propiedades ya que, de lo contrario, podríamos estar haciendo un flaco favor a nuestra salud.
Cómo extraer los nutrientes de las semillas de lino
Cuando activamos las semillas moliéndolas y, después, poniendo el polvo a remojo, el resultado que obtenemos es una especie de gel viscoso conocido como ‘gel de linaza’ que muchas personas suelen utilizar como sustituto del huevo en dietas veganas. Para conseguir este gel, la mejor proporción es mezclar una cucharada de semillas de lino molidas con tres cucharadas de agua y dejar reposar durante unos quince o veinte minutos hasta que veamos que comienza la consistencia gelatinosa.
Es importante tener en cuenta que hay que activarlas porque tienen algunos antinutrientes que podrían alterar la absorción de calcio, zinc o magnesio de nuestro cuerpo y que podrían afectar negativamente a la hormona tiroidea.
Beneficios de incluir las semillas de lino en nuestra dieta
Lo bueno que las semillas de lino pueden hacer por nuestra salud no solamente están avalados por nutricionistas, sino también por diferentes estudios científicos y universidades prestigiosas. Sin ir más lejos, esta investigación demostró que las semillas de lino pueden ayudarnos a sentirnos más saciados y, por tanto, a reducir la sensación de hambre.
Otro estudio demostró que son perfectas para mejorar los niveles de azúcar e insulina en sangre. Y, por supuesto, son perfectas para controlar el estreñimiento y mejorar la salud digestiva. Otros beneficios de su consumo es que son fuente de vitaminas B, C y E, dando energía al cuerpo, y que son una fuente alta de Omega-3.