Las ampollas en los pies son una acumulación de líquido en las capas superiores de la piel, lo que hace que sea visible y palpable.
Puede ir desde el color claro, que es el más común, hasta el amarillo si hay infección o el rojo cuando hay presencia de sangre.
Dentro de las causas más comunes, se encuentran:
– Uso de calzado. Una talla incorrecta, ya sea más grande o más pequeña, que sea nuevo, muy ajustado o elaborado con materiales muy duros que oprimen el pie.
– Exposición a temperaturas extremas. Caminar sobre arena o asfalto muy caliente, superficies heladas que congelen la piel, o contacto con productos químicos que puedan ser abrasivos.
– Iniciar actividades deportivas, como empezar a correr.
– Presencia de espolones óseos.
– Infecciones en heridas.
– Reacciones alérgicas por contacto.
– Falta de transpiración en el pie, humedad o presencia de hongos.
En lo que respecta a los síntomas, se encuentra el enrojecimiento y ablandamiento de la piel, presencia de líquido si esta no se ha levantado y dolor.
Si conoces cuáles son las causas de su aparición, su prevención se facilita, dado que basta con tomar medidas para no encontramos en las situaciones mencionadas. Como por ejemplo:
Usa calzado cómodo y flexible
Que ofrezca el espacio suficiente para que el pie se pueda mover sin opresión o fricciones. Conviene optar materiales blandos y flexibles que se amolden con rapidez.
Adapta en casa el calzado nuevo
Se recomienda llevarlos puestos en casa antes de salir y usar medias que protejan de las rozaduras. Una vez que se hayan ablandado y adaptado a la forma del pie, podrás ir usándolos un tiempo mayor de forma progresiva.
Evita exponerte a temperaturas extremas
Caminar descalzo por la arena, experimentar con el hielo o la nieve o el contacto con sustancias corrosivas son acciones que podes evitar para no sufrir ampollas.
Cuida tus pies
Mantener una higiene adecuada para que no aparezcan hongos, secar los pies correctamente para que no se acumule humedad, hidratarlos con regularidad y prestar atención a tu constitución o cómo reacciona tu piel con el calzado que usás.
Ya que no se considera una afección peligrosa o que pueda derivar en complicaciones, en la mayoría de los casos no es necesario intervenir, sino que la propia piel se va regenerando y la ampolla acaba desapareciendo por sí misma.