Existen tres componentes maravillosos que ayudan a ejercitar diariamente lo que deseas y enviarlo con energía al universo: la visualización, la planificación y la meditación.
Visualización
Para que una visualización pueda ser genuina y enviada al universo desde el corazón debes dedicar unos minutos a pasar tiempo a solas contigo mismo.
De esta manera podrás escoger un espacio tranquilo, callado y confiable para imaginarte en los escenarios que tanto has soñado y que quieres finalmente estén consumados. Si es una casa comienza a imaginar las ventanas, como sería el color de tu habitación, el caminar dentro de ella.
Siente que ya es tuya, que te pertenece y que no hay nada que pueda quitarlo ahora. Práctica esto cada día todos los días con cada cosa que desees y manifiesta tu pensamiento al universo.
Planificación
El estructurar tu plan y materializarlo cada día es lo que también hará que ocurra. Si por ejemplo quieres viajar pero solo le visualizas y no materializas nada en la vida real, no pasará tan rápido como esperas.
Te explicamos con un proceso de viaje. Imagina que quieres viajar pero no reúnes, no compras una maleta, no observas vuelos, ni temporadas en la que es más recomendable viajar. ¿Cómo sucederá lo que esperas?
Estos ejercicios funcionan juntos ya que sin visualización no podemos planificar nada.
Meditación
Habrá días peores que otros donde la cotidianidad y los procesos ansiosos te alejaran de tu meta. Es importante que cuando esto ocurra tomarte unos minutos para conectar contigo y tus verdaderas intenciones.
Y con verdaderas intenciones es preguntarte ¿Realmente quiero esto? ¿Me hará tan feliz como creo? No dejes que te vendan tu propio sueño.
Aquí influye mucho lo que es las expectativas. Tener ideas preconcebidas de cómo serán las cosas pueden hacernos creer que lo que está aconteciendo está en contra de nuestro verdadero propósito.